En “La Educación,” Ellen G. White describe la verdadera educación como el desarrollo armonioso de las facultades físicas, mentales y espirituales, guiada por los principios del carácter de Dios. Este enfoque educativo busca formar individuos que no solo acumulen conocimientos, sino que también desarrollen habilidades prácticas y un carácter sólido. Según White, la verdadera educación prepara a los estudiantes para el servicio, un ideal que supera el egoísmo y los intereses temporales y se dirige hacia una preparación para la vida eterna.
Un punto clave es la relación de la educación con la redención. White afirma que tanto en la educación como en la redención, “nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo,” subrayando que los principios de la educación son inmutables y reflejan el carácter de Dios.